No soy terapeuta, nunca lo quise ser, y menos ahora. La terapia es maravillosa, yo mismo he ido, a los imanes, a las agujas, a los masajes. Me hacen sentir bien, me ayudan a quitar el dolor, me acompañan, me alivian, pero no me sanan.
Estoy sano, podría decir, podrías decir, aunque me engaño y te engañas si lo creemos del todo. ¿Qué es estar sano? ¡nos hemos olvidado de la plenitud!