El 22 de Enero de 2009 se acuñó por primera vez oficialmente el término "Estado Plurinacional" para
darle un nombre más apropiado al país que desde entonces se llama Estado Plurinacional de Bolivia. El topónimo responde a la necesidad de dignificar la existencia de una pluralidad de naciones dentro de un territorio delimitado, el cual antes del 2009 se conocía como república; un estado donde la existencia de las naciones originarias no era reconocida por la constitución y en el que estas no se encontraban en igualdad de condiciones constitucionales.
El marco constitucional que permitiría la igualdad de condiciones de las naciones originarias existentes dentro del territorio boliviano se quedó en un nombre, pues ésta inclusión no se vio reflejada en la práctica más allá de su existencia dentro de la carta magna. Aún así, podemos decir que la misma reconoce la existencia y permite (como ley) la participación y convivencia equitativa de todos pueblos originarios. De esta manera, gracias a la constitución, la plurinacionalidad comenzó a existir dentro del imaginario de los bolivianos. Pero ¿alguna vez esta plurinacionalidad se pensó para el sujeto?
Cuántos bolivianos y bolivianas no pueden identificarse con una de estas naciones reconocidas por la constitución, porque no nacieron y crecieron bajo su abrigo cultural. Cuántos bolivianos y bolivianas son hijos de padres de diferentes descendencias, de diferentes lugares y han crecido con una auténtica pluriculturalidad. Este es el sujeto que no ha sido incluido, mucho menos comprendido en Bolivia y más allá de sus fronteras, en todo América Latina: El mestizo, ¿Quién es? Propongo que se acuñe entonces, el concepto del "Sujeto Plurinacional", aquel que no se identifica con solamente una cultura y un origen, sino que su vida le ha obligado a ser parte de diferentes culturas y a manifestar una diversidad cultural dentro de si mismo.
Mientras que el "Estado" no facilita el pensar en la complementariedad de los pueblos originarios, se limita a su reconocimiento; el sujeto nos obliga a entender los tejidos intrínsecos que produce una diversidad cultural dentro de una persona y nos obliga a favorecer esta pluralidad si es que deseamos hacer justicia a este sujeto.
Quizá las respuestas a los problemas sociales las encontremos analizando no desde la perspectiva de una sola cultura, como puede ser la neocolonial o la aymara, sino que éstas pueden surgir desde perspectivas trans-ontológicas e interculturales.
El reconocimiento del sujeto plurinacional permitirá la ampliación del imaginario que alimenta los procesos de liberación social y espiritual en Bolivia y el mundo; y se verá reflejado en instituciones que amparen su existencia y alimenten lo que este sujeto plurinacional puede aportar a su nuevo estado.
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