La máquina


Cuando alguna vez visité al último abuelo sabio maya Lacandón de Nahá, Chan Kin Joven, me comentó de Ak Yah Tóh, una divinidad que me decía -"Todos los demás mexicanos creen en Ak Yah Tóh. Yo soy el único que aún cree en Hach A Kyum, el verdadero creador"

-"y ¿quien es Ak Yah Toh?" le pregunté. Pausando para pensar largo rato, no encontraba cómo traducirlo. -"el dios de las máquinas" me contestó.

Muchos se tomarán ésto a la ligera, pero yo no. El abuelo maya tiene razón. Ya nadie cree en el verdadero creador, y todos son adoradores del dios de las máquinas. El verdadero creador, para los Mayas, y para mí, es la naturaleza. Es lo que adoro y lo que busco. Es mi medio, mi sustento y mi destino. Lo más elevado espiritual, está  en la naturaleza. Pero ya nadie cree en ella.

Vida

Dedicado a mi hija Vida, en la víspera del día más feliz de mi vida, nueve años después.

Los seres humanos somos un eslabón fundamental en la cadena de la vida. Consagramos, interpretamos, significamos y arrojamos luz sobre toda la creación.

Es nuestra naturaleza prever el devenir. Recordamos y escribimos el pasado con lo que encendemos la hoguera que nos ayuda a ver en la oscuridad del futuro.

De esa manera forjamos la creación, y ése mismo poder nos permite destruirla. La luz de la mente nos ciega, haciéndonos vivir en función de lo que creemos debería y deberá ser el mañana.

Es así que no sabemos si en el mañana existiremos, si nuestra incapacidad de vivir en el presente nos quitará el futuro. No sabemos, si nuestros hijos lo tendrán.

Ésa es la oscuridad que se cierne en el presente. La narrativa no se trata de si se perderá la humanidad, o la vida, en un futuro. Algunos viven para anunciar un destino fatal. otros viven intentando escapar del único planeta que sabemos alberga vida, creyendo que se puede sembrar en la infertilidad de marte.

No se trata del mañana, pues ignoramos que la tierra se puede sanar, corregir, equilibrar y dirigir hacia donde siempre, hacia la vida. No se trata de adivinar cómo lo hará, o si podrá, o si podremos sobrevivir a nuestro propio apocalipsis.

La vida se trata del ahora, de la madre que ignoras, del animal que crees es inferior, del prójimo que pasa hambre, de los miles que mueren, de las especies que se extinguen, de los mares de sangre y ríos de lágrimas, de los árboles que nos sostienen y que quitamos como si la vida nos estorbara. La vida se trata de actuar por los que están ahora, por ti, por tu propia salud, por tu propia felicidad.

La muerte son la comodidad, los malos hábitos y los vicios, que nos impiden escapar de la cárcel de un mundo en sufrimiento. Preservar la vida es querer sanar, de tanta soledad, de tanto abandono, de tanta carencia de vida y de sentido.

Tendremos más luz y fuerza en el presente, cuando dejemos de mirar hacia el mañana y esperar con miedo el destino; la tendremos para vencer los malos hábitos y para romper las barreras que nos separan, que me impiden amarte a ti, porque eres un/a desconocido/a.