Somos los animales, todos juntos, y las plantas, la masa de nuestra madre viva; inseparables, imprescindibles, colaborando todos para el bienestar del todo.
Salvo que, ésa vida, ése mundo, el de la vida, se le ha robado hoy a la mayoría de los seres humanos. Se les ha secuestrado e internado en celdas —ciudades de destrucción y opresión —que les filtran y extraen de la posibilidad de percibir y por lo tanto de vivir en esa realidad.