Vivimos cada vez más y más reducidos y confinados a un pequeño espacio. Se está acercando el momento en que nuestra mente entera pueda ser descargada y guardada en un pequeño disco duro. Nuestras auras viven atrapadas entre cables, tubos, materiales imperecederos y microondas intensas.
Nuestros cuerpos viven el embate diario de químicos y contaminantes que ponen en los cosméticos, prendas, objetos y alimentos industriales. Nuestra mente vive la toxicidad de agua desestructurada y maldecida. Muchos esclavos terminan en los calabozos de tortura y mueren antes por dejarse caer en las manos y las creencias de los malpracticantes de la medicina química-industrial.